Un equipo de investigadores de la universidad norteamericana de Case Western Reserve ha construido un robot biohíbrido que combina tejido muscular bucal de una babosa marina y dos brazos fabricados con un polímero flexible impreso en 3D.

Cuando se le aplica al robot un estímulo eléctrico, la parte orgánica se contrae y se relaja y hace que se muevan las extremidades artificiales que la recubren, más o menos como lo haría una tortuga marina que avanza por una playa para desovar.

En los primeros ensayos con este robot biohíbrido, que mide unos 5 centímetros de largo, los científicos lograron que se moviera unos 4 milímetros por minuto. No obstante, aseguran que sus desplazamientos serán mucho más fluidos en el futuro. Para ello, planean incorporar en el dispositivo los ganglios del propio animal. De este modo, también podrían utilizar estímulos químicos para inducir el movimiento de los músculos. Gracias a las células nerviosas, estos podrán llevar a cabo tareas más complejas, más incluso que si se utilizara algún sistema de control ideado por humanos; el tejido podrá asimismo aprender.

Ahora, estos científicos trabajan en una versión completamente orgánica de su robot, cuya estructura externa estaría hecha a partir del colágeno de la propia babosa marina, que funcionaría como una especie de andamiaje. La idea es que estas biomáquinas lleven a cabo misiones subacuáticas de larga duración, que sobrepasaran las capacidades de las baterías de los robots convencionales, como detectar el origen de un vertido tóxico o localizar cajas negras.

 

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